Cuando dejamos que alguien entre en nuestras vidas, también lo dejamos literalmente en nuestro cerebro: investigadores de la Universidad de Virginia han descubierto cómo otras personas están "entretejidas" en nuestra conciencia a nivel neuronal .
A juzgar por los datos obtenidos, el cerebro humano divide las ideas sobre extraños y aquellas personas que conocemos bien en diferentes departamentos. Las proyecciones de personas de un círculo social cercano están entrelazadas con nuestra autoidentificación a nivel neuronal. “Los amigos y la familia se vuelven parte de nosotros mismos”, dice el profesor de psicología James Coan. En su trabajo, utilizó imágenes de resonancia magnética para justificar el hecho de que las personas se asocian fuertemente con sus seres queridos.
En el proceso de evolución, nuestra conciencia se ha convertido en parte del "tapiz neural", en el que se entrelazan aquellas personas a las que no somos indiferentes. Koan explica esto por el hecho de que para sobrevivir, necesitamos amigos y asociados con quienes podamos mirar el mundo con un solo ojo. Cuanto más tiempo pasan las personas juntas, más parecidas se vuelven.
Para probar esta hipótesis, los investigadores reclutaron a 22 jóvenes para el estudio. Mediante resonancia magnética, los científicos registraron cambios en la actividad cerebral cuando los mismos encuestados, sus amigos o extraños los amenazaron con recibir una pequeña descarga eléctrica. Resultó que los departamentos responsables de responder a tales estímulos (la parte anterior de la corteza insular, el caparazón y la circunvolución supramarginal) se activan debido a una amenaza para uno mismo o un amigo. Además, en ambos casos, la actividad cerebral fue en gran parte idéntica. Si la amenaza estaba dirigida hacia el extraño, estas áreas del cerebro apenas estaban involucradas.
“La conexión entre la relación con un amigo y uno mismo era clara”, dice Coan. Las investigaciones apuntan a la notable capacidad del cerebro para modelar la conciencia en relación con los demás. Las personas cercanas a nosotros se vuelven parte de nosotros mismos, y esto no es una metáfora, no es una letra, esta es la realidad. Literalmente nos sentimos amenazados cuando nuestra pareja está amenazada. Y esto no sucede cuando algún extraño está en peligro ".