Los animales marinos son muy a menudo objeto de estudio e investigación. Los científicos, biólogos y oceanólogos los estudian constantemente, ya que las profundidades del mar esconden una increíble variedad de vida marina muy interesante e inusual. Hay millones de habitantes marinos diferentes en los mares y océanos, y la ciencia no es capaz de clasificarlos y estudiarlos a fondo. Muchos científicos del campo de otros campos científicos solo pueden envidiar una diversidad tan grande en las actividades científicas.
Un día, un investigador de Italia, cuyo nombre era Fernando Boero, decidió realizar experimentos con pequeñas medusas pertenecientes a la especie Turritopsis nutricula. Esta especie poco estudiada de criaturas marinas ha atraído su atención durante mucho tiempo. En comparación con las medusas ordinarias, se veían mucho más modestas. Su pequeño tamaño realmente no atrajo a otros científicos. Incluso en los individuos más adultos, su sombrero no llegaba a los cinco milímetros de diámetro. El científico colocó las medusas en un acuario con agua y comenzó a observarlas. Al principio le pareció que no aprendería nada nuevo, pero con el tiempo su interés por ellos desapareció por completo y, por alguna coincidencia, se olvidó por completo de ellos, ya que estaba ocupado con otros estudios interesantes y fascinantes.
Cuando nuevamente necesitó un acuario, notó con amargura y pesar que el agua en él se evaporó por completo, y su medusa experimental se marchitó y murió a causa de un trato tan blasfemo. El científico no podía perdonarse a sí mismo por la distracción y el olvido, y durante mucho tiempo se regañó y sintió pena por las medusas muertas. Rellenó el acuario con agua para utilizarlo para otros fines y lo puso a remojar.
Unos días más tarde, se sorprendió al notar que sus sujetos de prueba se habían desprendido de sus tentáculos marchitos y se habían convertido en larvas y comenzaban a reaparecer en el agua.
Fernando Boero quedó completamente asombrado por lo que vio, unos días después, en su acuario, medusas reales renovadas de la singular especie Turritopsis nutricula volvían a nadar. ¡Su alegría no conocía límites!
Este experimento fue de naturaleza accidental, y si no fuera por la distracción del científico, no habría habido ningún descubrimiento que dejara una huella imborrable en todo el mundo científico.
Nadie podría haber imaginado que estas pequeñas medusas son inmortales. Son capaces, en momentos de peligro, de pasar a la etapa embrionaria y desarrollarse una y otra vez hasta convertirse en adultos, y este proceso es interminable.
Los científicos en muchos países se han ocupado del hecho de que las medusas inmortales pueden literalmente llenar todos los mares y océanos con su presencia. Se reproducen con una fuerza increíble, y solo pueden morir por destrucción física, por ejemplo, si uno de los habitantes marinos quiere comérselos.
Los científicos, dado que las medusas de la especie Turritopsis nutricula no pueden morir de muerte natural, comenzaron a dar la voz de alarma, ya que si este proceso se deja al azar, pueden dañar gravemente el equilibrio de los océanos del mundo. Las medusas de la especie Turritopsis nutricula comenzaron su viaje hacia la vida de las medusas en la región del Caribe. Cada año su número ha aumentado mucho, tienden a multiplicarse muy bien en su elemento. Actualmente, la geografía de su hábitat es muy extensa. Viven en colonias dondequiera que haya mares y océanos.
Los científicos de muchos países están preocupados por la invasión global de esta vida marina, que ya ha poblado las aguas de los océanos del mundo. En la actualidad, la tarea de los científicos es salvar los océanos del mundo de la invasión de las medusas. Muchos de ellos tendrán que lidiar con este problema durante mucho tiempo y a fondo, ya que el descubrimiento realizado por el científico italiano Fernando Boero sirvió de base para ello.